viernes, 23 de mayo de 2008

EN EL AMBITO POLÍTICO!!

En nuestro país se han dado dos procesos paralelos, íntimamente interrelacionados, que el advenimiento del Gobierno Popular está frenando decididamente: una creciente intervención externa y una vacilante política interna. La intervención externa fue cambiando de forma a lo largo del tiempo consistiendo sus últimas exteriorizaciones en condicionamientos impuestos a nuestra libertad de decisión. Por su parte, la vacilación política interna fue influida principalmente por los siguientes factores: - Las plataformas políticas no siempre definieron fines conjuntamente con los medios para alcanzarlos. Esto trajo como consecuencia que los ciudadanos carecieran de la información completa para ejercer su derecho al voto y a la crítica constructiva de las actos de gobierno. - Se pretendió diluir el poder del Justicialismo, acudiéndose a sistemas como el de la representación proporcional, estimulando el aumento de los partidos políticos y limitando la relevancia de cada uno de ellos. - La proscripción se utilizó para contrarrestar la vigencia de los grandes movimientos nacionales. - La violencia fue ejercida para reprimir las corrientes que luchaban por un proceso transformador. - El concepto de democracia pocas veces fue debidamente especificado con claridad suficiente para que el Pueblo supiese de qué se trataba. - El nacionalismo fue declamado al tiempo que se destruía lo autóctono y copiaban apresuradamente moldes extranjeros reñidos con nuestra ideosincracia. - La participación externa en las decisiones que afectaban al país fue creciendo consciente e inconscientemente. Sin embargo, los valores permanentes afloran siempre. En el pueblo argentino estaba latente el sentimiento de independencia nacional, lo que tarde o temprano habría de provocar el enfrentamiento contra la distorsión del contenido social de la democracia y contra la tendencia a la desnacionalización progresiva. La historia se encarga de formular una severa advertencia a quienes pretenden debilitar la vigencia de los valores permanentes del Pueblo. El intento de desvío no hace sino demorar el progreso de la Nación, pero no logra impedir esa realización que lleva consigo la supresión de cuanto obstáculo se le interponga. En nuestra Patria, siguiendo el proceso natural de maduración política, fue aumentando la participación de los ciudadanos en las urnas. Con ello, las elecciones han adquirido un significado de legitimidad distinto al de la legalidad: hoy la elección legalmente realizada pero con alta abstención –cualquiera sea la forma de abstención- es legal pero no otorga un poder legítimo. La legitimidad viene del Pueblo en su totalidad y no solamente de aquella parte del Pueblo que acepta reglas de juego que, como la proscripción, restringen la voluntad popular. Voto con proscripción puede otorgar legalidad; pero legitimidad nunca. Crecieron también al sensibilidad y al capacidad política, al impulso de la mayor participación del ciudadano. Pero esta mayor capacidad de intervención política de la ciudadanía, mas allá de su participación en las urnas, fue bastante mal usada. Se pusieron frente a ella los árboles que no dejaron ver el bosque. Se saturó el panorama político nacional con cuestiones menores, y el ciudadano no llegó a formarse una concepción general de la problemática nacional que abarca suficientemente todos los campos de sus actividades. Así el Pueblo fue comprendiendo que no debía permanecer indiferente ante los problemas nacionales y adoptó la decisión de ser protagonista de su historia, rompiendo con los esquemas tradicionales que intentaron relegarlo a la simple condición de espectador. El “cambio” ya no consiste en una abstracción vacía. El Pueblo todo quiere conocer el signo, el sentido y el contenido preciso de una expresión. Es que el Pueblo advierte con claridad que si el cambio no es nacional, no responderá a sus reales necesidades. Finalmente, cabe una reflexión respecto del poder de decisión: a lo largo de nuestra historia, dicho poder se ha ido limitando tejiéndose una red de compromisos políticos que representan a diferentes intereses. Tales intereses pueden ser internos o externos. Si las alternativas son neocolonialismo o liberación, y si hemos optado por la liberación, el ajuste de ese poder es indispensable para lograr que responda a nuestros intereses. En lo político, liberación significa tener una Nación con suficiente capacidad de decisión propia, en lugar de una Nación que conserva las formas exteriores del poder, pero no en su esencia. La Nación no se simula. Existe o no existe. En síntesis, el problema actual es eminentemente político y sin solución para otros sectores en particular.

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