jueves, 19 de junio de 2008

En un masivo acto en Plaza de Mayo, Cristina pidió "liberar las rutas en nombre de la democracia"





“Yo les pido a aquellos que, tal vez equivocados por la propia dinámica sectorial, creo que estuvieron confundidos, en nombre de la democracia, de la Constitución, que liberen las rutas y dejen que los argentinos volvamos a producir y trabajar.” Ante una Plaza de Mayo llena y expectante, que había reunido otra vez a columnas de gremios, movimientos sociales e intendencias del conurbano, pero con la incorporación de una visible porción de autoconvocados de clase media sin pertenencia orgánica, la presidenta Cristina Fernández volvió a reclamar a las entidades del campo que levanten los cortes de ruta. “No tengan miedo ni dudas para ejercer su representación sectorial, porque si son representativos seguramente no será necesario que corten rutas para que no se comercialicen granos”, planteó. El discurso tuvo un tono muy crítico con los dirigentes de las entidades rurales. “Cuatro personas a las que nadie votó y nadie eligió nos decían a los argentinos quién podía andar por las rutas”, cargó. La mandataria también ratificó su decisión de aplicar “derechos de exportación” y reclamó que las diferencias se solucionen a través de las instituciones. “Algunos creen que todo se arregla con cacerolazos, cortes de ruta o bocinazos, pero así no se arregla nada.”
El acto había comenzado con un minuto de silencio por la muerte de Juan Carlos Marreira. Tucumano, 21 años, Marreira había quedado inconsciente tras impactar en su cabeza una pesada lámpara de bronce de la Plaza (ver página 5). Con la TV y la radio transmitiendo en cadena nacional, Cristina empezó agradeciendo a los asistentes. “Muchos de ustedes me conocieron antes de ser presidenta, me conocieron como senadora”, recordó enseguida. En ese momento se vio a su esposo en uno de los espacios reservados para invitados vip, a la derecha del escenario. Kirchner estaba al lado del cantante Ignacio Copani, quien minutos antes había cantado una canción dedicada a los recientes cacerolazos en solidaridad con el campo con destino de hit (al menos por la letra): “Cacerola de teflón”. La Presidenta siguió con una explicación de las razones que la habían llevado a poner en práctica las retenciones móviles.
“Cuando tomé decisiones, no lo hice para perjudicar a nadie. Las tomé para que todos los argentinos pudiéramos vivir un poco mejor. Es imprescindible garantizar la mesa de los argentinos”, dijo. En la Plaza se la escuchaba en silencio, los bombos y las trompetas habían dejado de sonar. Cristina continuó su argumentación en defensa de las retenciones recordando la realidad del país en 1910, pleno auge del modelo agroexportador. “Yo aspiro a un Bicentenario muy diferente al primer centenario. Hace cien años este país era el primer exportador de trigo y carne, pero los argentinos se morían de hambre y los obreros eran apaleados y fusilados. Yo sueño con un Bicentenario con las industrias trabajando, sueño con un campo que produzca más pero que le agregue valor a su producción, aquí en este país, para dar más empleo”, argumentó.
Aunque el locutor había pedido que se bajaran las banderas, la superposición de colores, siglas, carteles y formas impedía a la mayor parte de la Plaza ver el palco. A diferencia de otros actos K, ayer no se habían colocado pantallas gigantes que permitieran seguir todo desde lejos. “Yo creía que estaba ante una pujar la redistribución del ingreso y que discutía con quienes tenían que dar, no sus ganancias legítimas, sino una porción menor de su renta extraordinaria. Que se trataba de una lucha natural en toda democracia donde hay conflicto social”, seguía explicando la Presidenta. En esa parte del discurso buscaba demostrar que lo que había comenzado con una puja sectorial con el campo se había transformado en un desafío al Gobierno votado en elecciones. Entonces se escucharon las críticas más duras de todo el acto. Y también se oyeron los primeros –y únicos, según pudo escuchar PáginaI12– insultos de la tarde.
Cuatro señores
Al momento de referirse a Eduardo Buzzi (Federación Agraria), Mario Llambías (CRA), Luciano Miguens (Sociedad Rural) y Fernando Gioino (Coninagro), la Presidenta pareció inspirarse en el spot que había circulado por TV para convocar a Plaza de Mayo. “Cuatro señores que quieren ganar o ganar”, era uno de los eslóganes del spot. Desde el escenario del acto y ante las más de cien mil personas que desbordaban la Plaza, CFK volvió a hablar de los cuatro dirigentes del agro. Cuando mencionó a las “cuatro personas a las que nadie votó” la gente reaccionó con silbidos y algunos alaridos que cruzaron de Rivadavia a Hipólito Yrigoyen. “¡Hijos de puta!”, fue uno de los gritos que se repitió delante de la Pirámide. “Sin insultos ni agravios”, enmendó rápido la Presidenta. “Esta es una Plaza del amor y de los sueños”.
La Presidenta se había propuesto comparar la legitimidad de los dirigentes del campo con las autoridades electas. O sea, con ella misma. Su argumento era que Buzzi, Miguens y compañía no habían sido votados por toda la población para impulsar políticas públicas; esa función, agregó, correspondía a “los representantes del pueblo elegidos en elecciones libres y sin proscripciones”. Horas después, Buzzi quiso responder esa parte del discurso presidencial. Recordó que los dirigentes de las cámaras patronales del campo habían sido votados por los afiliados de sus respectivas entidades. “Quiero creer que esas cuatro personas, llevadas por la propia dinámica de los hechos, no se dieron cuenta de lo que estaban haciendo. Queremos volver a recuperar la normalidad institucional y la vigencia de la Constitución”, los recriminó CFK desde el palco.
Tras pedir que se levantaran los cortes de ruta, la Presidenta ratificó su posición de por qué es necesario aplicar retenciones. “La crisis por los precios de los alimentos y combustibles nos demuestra que teníamos razón en volver a aplicar los instrumentos del Estado, como los derechos de importación y exportación. En la década de los noventa se bajaron a cero todos los derechos de exportación del agro y se bajaron a cero todos los derechos de importación. Entonces se nos cayó el campo, se nos cayó la industria. Los grandes países desarrollados los usan y muchas veces los aplicaron para perjudicar a nosotros, los países emergentes”, argumentó. La mención a la década de los ’90, un clásico de la oratoria de Néstor Kirchner en su mandato, despertó los consabidos silbidos antimenemistas.
El discurso también incorporó varios guiños a la clase media y una novedad para los temas que suelen escucharse en boca de la Presidenta: la apelación a la palabrita “seguridad”. Hubo un elogio al socialista Alfredo Bravo que fue muy aplaudido por los manifestantes que habían llegado en familia, en pareja o en pequeños grupos. “Les pido que levanten los cortes de ruta en nombre de los argentinos a los que les falta seguridad, paz, pan y trabajo”, dijo CFK desde el micrófono. Fue su pedido final a los ruralistas para que terminen de bloquear rutas y de promover desabastecimiento. La incorporación de la “seguridad” a la trilogía nac&pop que impuso en sus tiempos Saúl Ubaldini (“paz, pan y trabajo”) pareció dirigida a los que aprovecharon el conflicto con el campo para hacer sonar sus cacerolas por otros reclamos.
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