miércoles, 16 de junio de 2010

16 de junio de 1955, el día en que Bs. As. se tiñó de sangre

En medio de un ambiente político muy tenso y conflictivo, que incluían graves enfrentamientos entre la Iglesia Católica con el gobierno popular y constitucional del General Juan Domingo Perón, el 16 de junio del 55' un avión de combate de la Fuerza Aérea sobrevolaría la Catedral Metropolitana para rendir homenaje al General San Martín, cuya memoria había quedado ultrajada por la marcha del Corpus Christi. El mal tiempo amenazaba con hacer suspender al desfile aéreo.
El General Lucero, Ministro de Guerra, dió la novedad de la sublevación de la Armada Argentina. Entre informaciones y contrainformaciones que se sucedieron en la madrugada del 16 de junio, por la mañana de ese día se informaba que se había levantado la ESMA y que en Ezeiza algo turbio había ocurrido. Ante éstas informaciones de que un golpe de Estado estaba en marcha, Juan Perón se traslada inmediatamente hasta el Ministerio de Guerra, delegándole al General Lucero la responsabilidad de aplastar a la rebelión gorila.
La Marina, junto con algunos politicos opositores recalcitrantes como por ej: Zavala Ortíz (UCR) pretendían asesinar al Presidente Perón creyendo que así se desmoronaría todo el gobierno. Ante la caída de las primeras bombas, Juan Perón se retira al sótano del Ministerio de Guerra, siguiendo desde allí los trágicos acontecimientos. Perón no quería que ante los bombardeos salvajes que estaban llevando adelante los aviadores navales, los peronistas se trasladasen masivamente al lugar de los hechos, cosa que finalmente ocurrió. Miles de obreros nucleados en la CGT salieron a la calle "a dar la vida por Perón", marchando hasta la Plaza de Mayo con palos y algunas pocas armas robadas en armerías del microcentro porteño. Perón quería evitar un baño de sangre más grande todavía del que se estaba produjendo.
La base principal de los sublevados de la Armada se encontraba en Punta Indio (Pcia. de Bs.As.), desde donde partían los aviones que ametrallaron y bombardearon la ciudad, matando a casi 500 personas y dejando heridas a otras 2000, para luego refugiarse en la ciudad uruguaya de Montevideo. La saña y brutalidad de los aviadores navales fue total, transformando a la ciudad de Bs. As. en un escenario de guerra y muerte, en donde civiles, militares, hombres, mujeres, niños y ancianos, peronistas, antiperonistas, católicos, judíos, musulmanes y ateos, todos fueron víctimas del odio genocida de ésos uniformados que utilizaron armas y bienes del Estado Nacional, para masacrar a su propia población, cuyo objetivo era asesinar a Perón y dar un Golpe de Estado, que se postergaría por sólo tres meses. En la tarde del 16 de junio, el Ministerio de Marina se encontraba rodeado por una muchedumbre enardecida de peronistas que querían linchar y ajusticiar a los responsables de tamaña matanza, en donde los sublevados terminaron pactando su rendición ante los altos oficiales del Ejército Argentino para salvar sus vidas de una muerte segura. Sólo el Vicealmirante de Infantería de Marina, Benjamín Gargiulo decidió suicidarse, ya que creía sería fusilado por el Gobierno de Juan D. Perón ante semejante atrocidades cometidas, cosa que finalmente no sucedió con otros jefes golpistas ante un exceso de humanidad que tuvo el General Perón con esos criminales de lesa Patria. Tres meses después del 16 de junio, el gobierno popular y nacionalista del General Perón fue finalmente derrocado, enviando a éste a un larguísimo exilio que duró 18 años. El 16 de junio de 1955 fue el comienzo de un hito en las prácticas de la violencia oligárquica y represiva en la historia Argentina del siglo XX, que en el futuro se repetiría de manera recurrente y brutal.

Eduardo N. Canosa

Secretario General de Capital Dario Arguello 15-6881-7924

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