martes, 12 de mayo de 2009

A 35 años del asesinato del padre Mugica

El cura que luchó por la dignidad de los pobres

Hoy se cum­plen 35 años del ase­si­na­to del pa­dre car­los Mu­gi­ca, "el cu­ra vi­lle­ro" que lu­chó has­ta la muer­te por los sec­to­res más mar­gi­na­dos y se con­vir­tió en un em­ble­ma de mi­li­tan­cia cris­tia­na de las cau­sas po­pu­la­res.
El sa­cer­do­te pe­ro­nis­ta fue acri­bi­lla­do por la Tri­ple A el 11 de ma­yo de 1974, a las 20.15, cuan­do sa­lía de ce­le­brar una mi­sa en la igle­sia Fran­cis­co So­la­no, en el ba­rrio por­te­ño de Vi­lla Lu­ro.
A par­tir de ese mo­men­to, el hom­bre que se ha­bía con­sa­gra­do a tra­ba­jar por los po­bres se con­vir­tió en uno de los "cu­ras del pue­blo" de la his­to­ria ar­gen­ti­na.
Car­los Fran­cis­co Ser­gio Mu­gi­ca Echa­güe na­ció un 7 de oc­tu­bre de 1930 en la Ca­pi­tal Fe­de­ral y se crió en una fa­mi­lia de cla­se al­ta: fue el ter­ce­ro de los sie­te hi­jos que tu­vie­ron Adol­fo Mu­gi­ca -un di­pu­ta­do con­ser­va­dor- y Car­men Echa­güe, hi­ja de ri­cos es­tan­cie­ros.
A los 19 años co­men­zó los es­tu­dios de De­re­cho en la Uni­ver­si­dad de Bue­nos Ai­res (UBA) y, dos años más tar­de, los aban­do­nó pa­ra in­gre­sar al se­mi­na­rio, de don­de egre­só co­mo sa­cer­do­te en 1954.Un cu­ra com­pro­me­ti­do.Su tra­yec­to­ria de com­pro­mi­so so­cial y po­lí­ti­co se pro­fun­di­zó en 1968 en Pa­rís: allí se acer­có al Mo­vi­mien­to de Sa­cer­do­tes por el Ter­cer Mun­do –MSTM, una co­rrien­te de jó­ve­nes cu­ras re­no­va­do­res que plan­tea­ban una re­la­ción de com­pro­mi­so po­lí­ti­co con los sec­to­res mar­gi­na­dos de la so­cie­dad-, jun­to a los cua­les ad­hi­rió a las re­vuel­tas obre­ras y uni­ver­si­ta­rias re­co­no­ci­das co­mo "el Ma­yo Fran­cés".
Pa­ra Ru­bén Dri, fi­ló­so­fo, teó­lo­go y do­cen­te de la Universidad de Buenos Aires (UBA), "Mu­gi­ca fue uno de los aban­de­ra­dos en el país de es­te nue­vo mo­vi­mien­to de fuer­te con­te­ni­do pro­gre­sis­ta, so­cial y po­lí­ti­co".Enfrentado a la cúpula.Es­ta pro­fun­da con­vic­ción de lu­char por sus idea­les y por los de­re­chos de los más des­pro­te­gi­dos lo en­fren­tó a las al­tas es­fe­ras de la ins­ti­tu­ción ca­tó­li­ca que por esos años acor­da­ba es­tre­cha­men­te con el go­bier­no de fac­to del ge­ne­ral Juan Car­los On­ga­nía.
Al res­pec­to, Gus­ta­vo Gor­di­llo –pe­rio­dis­ta y di­rec­tor del do­cu­men­tal "Pa­dre Mu­gi­ca"- se­ña­ló que el sa­cer­do­te "fue nin­gu­nea­do y has­ta per­se­gui­do por la je­rar­quía de la Igle­sia Ca­tó­li­ca de su tiem­po".
"Aún hoy –con­ti­nuó- no ha si­do real­men­te rei­vin­di­ca­do por la ins­ti­tu­ción, aun­que cons­ti­tu­ye un ejem­plo aca­ba­do de los hom­bres de fe que dan la vi­da por sus pa­res".Encuentro con PerónDe re­gre­so de Fran­cia, Mu­gi­ca se en­con­tró con Juan Do­min­go Pe­rón, quien es­ta­ba exi­lia­do en Ma­drid y a quien años más tar­de acom­pa­ña­ría en su vuel­ta a la Ar­gen­ti­na.
Ya en Bue­nos Ai­res y pre­sio­na­do des­de el in­te­rior de la je­rar­quía ecle­siás­ti­ca, Mu­gi­ca se en­te­ró que co­mo cas­ti­go por las ac­ti­vi­da­des po­lí­ti­cas ha­bían de­ci­di­do en­viar­lo a ha­cer­se car­go de una nue­va pa­rro­quia en el ba­rrio por­te­ño de Co­mu­ni­ca­cio­nes.
Allí, en lo que hoy es la Vi­lla 31, el pa­dre le­van­tó la pa­rro­quia a la que de­di­ca­ría su vi­da y a la que pu­so un nom­bre que sin­te­ti­za su fe cris­tia­na y su con­cien­cia de cla­se: "Cris­to Obre­ro".
Mu­gi­ca fue tam­bién un im­por­tan­te in­te­lec­tual que dio cla­ses en la Uni­ver­si­dad de El Sal­va­dor y es­cri­bió di­ver­sos ar­tí­cu­los de con­te­ni­do po­lí­ti­co y so­cial so­bre te­mas co­mo el cris­tia­nis­mo, el pe­ro­nis­mo y el so­cia­lis­mo.
El mis­mo año de su muer­te, se pu­bli­có un dis­co lla­ma­do "Mi­sa pa­ra el Ter­cer Mun­do", pa­ra el que es­cri­bió to­das las le­tras que fue­ron in­ter­pre­ta­das por el Gru­po Vo­cal Ar­gen­ti­no so­bre rit­mos ar­gen­ti­nos, afri­ca­nos y asiá­ti­cos. A fi­nes de ese año, to­das las co­pias que no ven­di­das fue­ron des­trui­das por or­den de la en­ton­ces pre­si­den­ta, Isa­bel Mar­tí­nez de Pe­rón.En la mira de los servicios.Su ac­cio­nar no só­lo era re­pro­ba­do por la je­rar­quía de la Igle­sia, si­no que tam­bién era se­gui­do de cer­ca por los ser­vi­cios de In­te­li­gen­cia del Es­ta­do, del mis­mo mo­do que al res­to de los in­te­gran­tes del MSTM.
El "cu­ra vi­lle­ro" re­pi­tió va­rias ve­ces sus te­mo­res a ser ase­si­na­do, aun­que su ma­yor mie­do era "ver­se for­za­do a aban­do­nar el sa­cer­do­cio".
A las 20.15 del 11 de ma­yo de 1974 y des­pués de ce­le­brar mi­sa en la igle­sia de San Fran­cis­co So­la­no, Car­los Mu­gi­ca se dis­po­nía a su­bir a su hu­mil­de Re­nault 4-L cuan­do fue bru­tal­men­te acri­bi­lla­do: re­ci­bió cin­co ti­ros en­tre el ab­do­men y el pul­món y uno en la es­pal­da, cuan­do ya ha­bía caí­do al sue­lo.
Tiem­po des­pués se su­po que el ope­ra­ti­vo fue or­ga­ni­za­do por la Tri­ple A y que es­tu­vo al man­do del co­mi­sa­rio Ro­dol­fo Eduar­do Al­mi­rón -mano derecha de López Rega-, quien se ha­bía en­car­ga­do per­so­nal­men­te de dar­le el ti­ro de gra­cia en la es­pal­da.Llevado a hombrosMu­gi­ca mu­rió dos ho­ras más tar­de en el Hos­pi­tal Sa­la­berry, en el ba­rrio por­te­ño de Ma­ta­de­ros, y des­de allí fue lle­va­do en los hom­bros de los fie­les has­ta la pa­rro­quia de Re­ti­ro.Du­ran­te to­da la no­che so­na­ron las cam­pa­nas y hu­bo co­las de más de 100 me­tros pa­ra en­trar al ve­la­to­rio. Al día si­guien­te, una mul­ti­tud lo acom­pa­ñó has­ta el ce­men­te­rio de la Re­co­le­ta.En 1999 y por de­man­da de los ve­ci­nos, los res­tos del "pa­dre Car­los" fue­ron tras­la­dos a la pa­rro­quia Cris­to Obre­ro de la Vi­lla 31 de Re­ti­ro, don­de año a año mi­les de fie­les y mi­li­tan­tes so­cia­les se reú­nen pa­ra in­mor­ta­li­zar su ejem­plo de lu­cha.

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